Los dientes tienen memoria y, en mayor o menor grado, tenderán a regresar a la posición inicial que tenían antes de comenzar el tratamiento. Por eso, es fundamental que, el día que finalizamos la fase activa de tratamiento y te quitamos los brackets, tengas siempre presente dos cosas básicas para garantizar un éxito final y duradero:

La ortodoncia, y tu tratamiento en particular, no finaliza con la retirada de los brackets, sino que da paso a una nueva fase, tan importante o más que la de corrección: la fase de retención o mantenimiento de los resultados obtenidos.

En esta nueva fase, aunque nosotros te proporcionaremos todos los medios, información y ayuda posibles, haz de ser consciente que eres tú y sólo tú quien puede y debe mantener los dientes tal y como te los hemos dejado.

Los métodos de contención podemos agruparlos en dos grandes tipos: fijos y removibles. En ocasiones podrán usarse de manera combinada, según las necesidades del paciente. Así intentamos cubrir, con máxima garantía, todas las situaciones posibles, siendo la que habitualmente empleamos en nuestra clínica.

RETENEDORES FIJOS

Es algo realmente simple que consiste en una pequeña sección de un alambre especial y muy fino que se cementa en la cara interna de los dientes anteriores, de modo que no se ve absolutamente nada y pasa por completo inadvertido.

No genera molestias de ningún tipo, dado que es algo pasivo y no genera ningún tipo de fuerza. La única consideración importante es que, como cualquier otro aditamento fijado a los dientes, va a retener mayor cantidad de placa, por lo que deberás:

  1. Cepillarte esa zona con una especial atención y tiempo suficiente.
  2. Usar la seda dental (1 vez al día).
  3. Acudir periódicamente a revisión.

Esta barrita de alambre, al morder cosas muy duras o  por hábitos inapropiados (morder bolígrafos, manipularte presionándolas con los dedos,...), conseguirás despegarla o simplemente deformarla, situaciones ambas en las que los dientes podrán moverse. En caso de que esto ocurra, deberás acudir lo antes posible a nuestra consulta para que te lo solucionemos.

En relación con el tiempo que deben mantenerse estos retenedores, dado que no molestan en absoluto, recomendamos dejarlos permanentemente y no retirarlos, manteniéndolos lógicamente sujetos a revisiones periódicas cada 1-2 años. Actualmente empleamos un alambre de oro que es totalmente biocompatible y se mantiene de maravilla.

El objeto de mantenerlos es evitar la frecuente aparición del apiñamiento que se produce, con el tiempo y a cualquier edad, en la zonas incisivas

RETENEDORES REMOVIBLES

Se trata de aparatos de “quita y pon” que pueden ser:

FÉRULA INVISIBLE: es una funda completamente transparente, de un material plástico que se adapta con todo detalle a tus dientes y es completamente inapreciable cuando la llevas puesta. Deberás llevarla durante todo el día el primer mes, y pasado este tiempo, los dientes suelen ya estabilizarse de manera que sólo se requieren 8 horas al día que recomendamos usar por las noches.

Este tipo de retenedor, al ser termoplástico y muy frágil, no deberás lavarlo con agua caliente (los deformaría), y has de ser muy cuidadoso durante su limpieza y cepillado.. 

PLACA DE HAWLEY: consta de una parte de acrílico adaptada al paladar, un alambre y unos ganchos de sujeción en la zona de los molares. En retención, se usa menos que los invisibles pero, en determinados casos, puede resultar necesaria.

Debes llevarlo durante tres meses a tiempo completo (22 horas diarias) y, a partir de los 3 meses, dejarlo ya sólo 8 horas, para dormir.

A diferencia de la elasticidad mostrada por los retenedores invisibles, estas placas son rígidas y no permiten recuperar pérdidas, motivo por el que deberás ser muy disciplinado.

FÉRULA INVISIBLE BIMAXILAR: son mucho menos empleados y se trata de retenedores que abarcan ambas arcadas, obligando a morder en una posición determinada para garantizar la relación intermaxilar.

En general, son de uso exclusivamente nocturno, por lo que han de combinarse con barritas linguales fijas.

Nosotros los empleamos en casos complejos con grandes correcciones bimaxilares y el más habitual es la FÉRULA DE DAMON