A continuación os resumimos brevemente aquellos problemas consideramos importante resolverlos en pacientes de edad temprana: 


1) ESQUELÉTICOS: desequilibrios de los huesos de la boca (maxilar y/o mandíbula) en los que, esta fase de crecimiento, permite una mayor plasticidad y posibilidades. En estos casos se trata de hacer ortopedia, ya que a estas edades podemos modular el crecimiento facial, mejorando la morfología de la cara y evitando futuras cirugías.

- Mordida cruzada posterior: producida generalmente por un maxilar poco desarrollado y  estrecho, que condiciona que los dientes superiores muerdan por dentro de los inferiores obligando a la mandíbula a desviarse (posibles asimetrías faciales y patología de la articulación mandibular).

- Clase III: es un problema a menudo familiar y genético, en el que existe una desproporción esquelética anteroposterior a favor de la mandíbula que sobresale del maxilar superior, generando un perfil muy característico que, a menudo, cuenta con claros antecedentes familiares.  

Nosotros no tratamos en fase temprana otros problemas esqueléticos como:

- Clase II: déficit mandibular que preferimos tratar en la adolescencia, alrededor de la pubertad, donde se produce el pico de máximo crecimiento. 

- Mordida abierta: limitándonos, en estas edades, a reeducar malos hábitos linguales, directamente relacionados con este problema.


2) MANTENIMIENTO O RECUPERACIÓN DE ESPACIOS

La pérdida temprana de determinadas piezas de leche obliga a colocar diferentes tipos de dispositivos, denominados mantenedores de espacio (no generan fuerza y sólo mantienen posiciones), que intentan preservar ese espacio con vistas a garantizar la posterior erupción de los dientes definitivos en la secuencia y forma correctas. 


3) HÁBITOS PATOLÓGICOS

En población infantil es a menudo frecuente apreciar determinados hábitos insanos, que es muy importante detectar y corregir cuanto antes, por la posibilidad de producir serios problemas bucales en esta edad tan crítica para el desarrollo. Entre dichos hábitos podemos destacar:

  • -la succión digital (chuparse el dedo)
  • -deglución atípica o inmadura (interponer la lengua entre los dientes a la hora de tragar).
  • -respiración oral (respirar por la boca en lugar de hacerlo por la nariz).
  • -uso excesivamente prolongado del chupete o biberón, etc.


4) INTERFERENCIAS AL CIERRE MANDIBULAR

Se trata de una serie de situaciones que impiden morder correctamente y obligan a desviar la mandíbula al ocluir. 

Un ejemplo muy ilustrativo es el de una simple rozadura del zapato: inconscientemente, para evitar molestias, hace que torzamos el pié y nos obliga, inconscientemente, a caminar de una forma atípica; imagina qué podría suceder en la rodilla, cadera,… si esta circunstancia se prolongase años y, además, todo esto sucediese en una fase de crecimiento y desarrollo.

Pues bien, todo esto se puede trasladar a la esfera bucodental y entonces comprender perfectamente como una mordida incorrecta, en fase de crecimiento, puede condicionar a la larga:

  • -Problemas serios a nivel de la ATM (articulación temporomandibular).
  • -Caras “torcidas” (asimetrías faciales) por la esqueletización de desviaciones funcionales mantenidas.
  • -Trauma oclusal (desgastes dentarios) y problemas periodontales (pérdidas de encías) por la sobrecargas generadas.

Básicamente, la mordida cruzada, lateral o anterior, (de uno o varios dientes) es la causa más frecuente de interferencia al cerrar la mandíbula y deberá tratarse en esta fase.


5) DIENTE/S RETENIDOS

Una erupción retrasada generalizada, que afecte a todos o la mayoría de los dientes,  carece de importancia y es relativamente frecuente; el problema se plantea cuando son piezas aisladas las que selectivamente no aparecen en boca o lo hacen en un orden y secuencia que no son los habituales.

Para establecer la posible causa (dientes supernumerarios, dirección anómala eruptiva, etc.) es necesario llevar a cabo una ortopantomografía o radiografía bucal panorámica.